martes, 15 de julio de 2014

Adíos.

A pesar de lo que tú me expresaras, sabías de antemano que mi siguiente escrito sería para ti. “Namárië Lúthien, gracias por todo. Melinyel amali len” fueron las últimas palabras que te dediqué antes de pasar a bloquear tu número en whats; “Adiós Lúthien, gracias por todo. Te amo, buena suerte” y es que la verdad ya no había mucho que decirte si todo lo que pienso y siento por ti ya lo conoces, porque no ha sido ni una, ni dos, ni tres veces las que te lo he dicho hasta el cansancio, y no por eso lo he sentido menos cada que te lo repito. Después de esta última vez en que en una molestia tuya, por el hecho de que te dejé hablando sola por tel, cosa que yo ya te había dicho que me retiraba a descansar, generara en ti, de nuevo, el bloquearme de todos lados y eliminar todo rastro de tu presencia, decidí tomarme las cosas con más calma que de costumbre, esperé a una reacción tuya que ya conocía puesto que está no es la primera vez que pasaba esta situación;  y no me equivoqué, a los días me desbloqueaste de nuevo del tel, pero en está ocasión no moví ni un dedo con la intensión de hablarte, aunque esto conllevara a que me estuviera volviendo loco al poner en conflicto a mi mente con mi corazón. Lo único que yo necesitaba para volver a encender la fábrica de ilusiones que acababa por cerrarse hace unos días era que tú quisieras decirme algo, ver ese interés de querer sanar el daño que mutuamente nos hemos estado haciendo con los conflictos que generamos por parte de los dos; así, durante días mantuve la esperanza de que todo pudiera mejorar, de que quizás en un acto de reflexión de tu parte, pudieras cambiar de opinión e intentaras darle un giro a toda esta situación, pero no fue así. Realmente no puedo imaginar la forma en la que te encuentras tú en este momento por todas estas situaciones, lo que sientes realmente y lo que quieras al final de cuentas; pero lo que si te puedo decir es como me siento yo.
Aún en estos momentos me es difícil estar sentado escribiendo todo esto, pues no encuentro las palabras tan adecuadas para describir todo por cuanto estoy pasando. Los pretextos de siempre, la falta de dinero generada por no tener un trabajo, el cual no he tenido el interés de buscar, generado quizás por el desinterés de encontrar algo como lo que anteriormente tuve; mi fracaso escolar y sobre todo mi afición al alcohol, que todo junto me vuelcan a tener la piel más delgada y sentir esto de una manera desgarradora. Jamás logramos acoplarnos bien entre nuestros círculos de amigos, en lo personal intenté acercarte a los míos solo para descubrir que algunos son demasiado groseros e insensibles al momento de expresarse de alguien a quien no conocen, lo cual me llevo a separarme de muchos; sin embargo, hubo algunos que si intentaron estirar su mano ofrecerte una amistad, solo ahí tú sabes quienes son si es que los reconoces. De tu parte la verdad también hiciste lo posible, quizás más que yo, pero el problema es que a diferencia de mi circulo, en el tuyo si hay quienes intentan algo más que una simple amistad contigo, lo quieras reconocer o no, y que en su esfuerzo llegaron a portarse pedantes conmigo, y eso por no querer mencionar lo de la llamada en la madrugada. En fin, lo que sí puedo reconocer es que siempre me sentí a gusto estando contigo y los amigos que si teníamos en común.
Cuando se da esta situación hace días, me puse a depurar muchas cosas de twitter, y con tristeza me di cuenta cada que bajaba más los mensajes que no había semanas en que no estuviera por lo menos un día triste o que estuviésemos peleados. Creo que no es necesario echar culpa a muchas cosas cuando desde un principio yo sabía que estaba mal al no tener bien reconocida la relación, porque se prestaba a muchas cosas, a muchos mal entendidos y a muchísimas libertades, sobre todo a eso, y a dejar que los demás se sintieran con libertades con nosotros, creer que podían hacer y decir lo que quisieran sin que hubiera afectaciones. Nunca fui alguien que te pidiera cosas y tú tampoco, pero aún así siempre estuve con la frustración de no poder invitarte al cine, a comer, a salir a algún lugar, y si bien no digo que no agarraba dinero, el hecho de que siempre estuviésemos peleando solo ocasionaba que al obtener un poco de ingresos me los embuchara de alcohol, porque soy desde hace años muy débil con eso. Durante todo éste proceso, conocí a amigos, y los perdí, me plantee metas, unas se lograron, otras no y a causa de, mi vida está sufriendo cambios.
Hace unos días decidiste darle un final a todo esto, bueno o malo que estábamos viviendo, y solo me faltaba a mí colocarle el candado a esa puerta que con tristeza siento jamás volveremos a traspasar; y no porque yo no quiera, sino porque quiero respetar esa decisión que tomaste a causa de mis fracasos, de mis errores y de mis incumplimientos hacía contigo. Me duele el alma, porque corazón ya no tengo, me duele porque no puedo verte, hablar contigo, porque ya no podré percibir el aroma de tu pelo y mirar esos ojos café que me gustan tanto. Me duele toda la existencia porque a pesar de todo, después de un año y cinco meses, de los cuales solo convivimos bien como medio año, quizás menos, me quedan las tardes de películas, las comidas en casa, los regaños, los trancazos que me dabas cuando te frustrabas, los topes, pero sobre todo esas sonrisas que me regalabas cada que me decías que me amabas sin pronunciar palabras; y de los besos ni se diga, pues puedo decir ahora que tú eres la persona a quien más he besado en mi vida. Tengo días en los que no puedo dejar de tomar, y el estar sobrio me hace que me duelan más las cosas porque me siento despierto, y cuando pasa, me levanto en las madrugadas y no puedo dejar de escuchar The Cure en el celular; y así me quedo, llorando en silencio debajo de las cobijas, intentando que el cuerpo se me canse para quedarme dormido de nuevo, y cuando el sueño no llega por voluntad propia, solo espero las horas en que pueda ponerme a tomar de nuevo para adormecerme y sentir que todo pasa tan rápido, y que todo es un sueño, que las lágrimas son de felicidad y no de tristeza, que el teléfono puede sonar en cualquier momento y que tras de la bocina encontraré tu voz; pero sé que no es cierto, y que si estoy llorando ahorita es porque en verdad todo ha acabado y tú ya te encuentras muy lejos, tan lejos que, aunque estas cerquitas no logro sentirte.

Al final, tardé muchísimo en enamorarme de nuevo, tenía mucho miedo y por eso intenté echarle muchas ganas, y como siempre, solo logré quedarme con muchas lágrimas en el rostro. Al final, esas ganas de vivir que me habías devuelto hace más de un año se me van de las manos de nuevo y me quedo solo, porque me equivoqué y cometí errores, y porque tengo que afrontar todas esas consecuencias. Al final, la solución no está en el fondo de una botella, pero la verdad que no tengo alma en estos momentos para buscarla fuera de ella. Lo demás ya lo sabes, siempre lo has sabido y no creo necesitar de expresarlo en este escrito. Por cierto, la historia de Lúthien te la dejo para que la busques en google y la leas; muy chida.